Barcelona a 14 de septiembre del año 101 de nuestra era
La pregunta es: ¿Podemos apagar nuestras centrales nucleares?
Los que responden Sí, lo hacen esgrimiendo muy diversos argumentos, a veces incluso lo hacen sin ningún argumento, desde la inocencia del “nuclear, no gracias” del ecologismo de los 80, cuando todos creíamos que los avances científicos en energías renovables irían por delante del aumento de la demanda.
Pero la realidad nos ha traído hasta un presente en el que por desgracia las puntas de demanda históricas se suceden de verano en invierno, y en el que hemos tomado conciencia de que tenemos que resolver a corto plazo problemas ecológicos mucho mas urgentes que los que nos plantea la energía nuclear.
Ya no podemos quemar alegremente derivados del petróleo y el carbón en nuestras centrales térmicas, la emisión de gases de efecto invernadero constituye hoy por hoy la mayor amenaza de futuro, junto con el agujero de la capa de ozono (un problema ante el que el mundo industrializado ya ha aplicado las medidas correctoras necesarias, ahora ya es solo cuestión de esperar)
Tampoco podemos esperar ya que el viento y el

sol solucionen nuestros problemas energéticos a corto o medio plazo, ya que por desgracia, solo podemos aspirar a utilizar su aportación para reducir las emisiones de G.E.I. pero no para cubrir la totalidad de la demanda de un país como el nuestro
No valen los ejemplos de comunidades como Navarra, que cubren gran parte de su demanda de energía mediante renovables. El peso específico de la industria en esa comunidad es ridículo comparado a la media del conjunto de España.
Quizás el camino a seguir, mientras el ITER no produce ningún resultado, sea la vía del Hidrógeno. Mediante placas fotovoltaicas obtenemos energía que destinamos a generar Hidrógeno, el cual podemos almacenar (con un índice de riesgo bastante alto) y destinar posteriormente a las Pilas de Combustible para automoción, y a centrales térmicas que lo quemen (produciendo solo agua como residuo) reduciendo así a cero las emisiones de G.E.I. Pero esta tecnología es carísima, y costaría décadas implantarla. Décadas que posiblemente verán llegar los resultados del ITER, y la aparición de una nueva forma de generar energía, la FUSIÓN NUCLEAR, cuyo mayor impacto ambiental residirá en la excesiva centralización de la producción, y la desmesurada magnitud de las redes de distribución.
La combinación de Fusión (para producción de energía eléctrica) y tecnología del Hidrógeno (para propulsión de vehículos) reduciría las emisiones al mínimo (se tendrían que seguir usando derivados del petróleo para transporte aéreo y marítimo) y es el objetivo que la sociedad occidental debería perseguir.
No malgastemos nuestras energías (políticamente hablando) exigiendo a nuestros mandatarios una moratoria nuclear que no nos lleva a ningún sitio. Confiemos en los caminos por los que ha apostado la ciencia, y exijamos a nuestros políticos que confíen en esos mismos caminos.
Y ahora, me voy a descansar. Me quedé sin energía.