03 septiembre 2006

Francesca


Barcelona a 3 de Septiembre del año 101 de nuestra era

Fue antes de las vacaciones, en la fiesta de cumpleaños de nuestra amiga Cristina (Otra que cayó en la red del 40). Ya nos habíamos puesto unas cuantas cervezas, de esas que salen frías de un tanque portátil que te colocan en mitad de la mesa. Estábamos en un chiringuito en una de las fantásticas playas de Barcelona, un sitio donde puedes cenar y bailar trance, o, como fue nuestro caso, cenar y entrar en trance a base de cervezas. La camarera, una italiana simpática y eficaz, traía los tanques de cerveza y servía y retiraba los platos, y nosotros, bueno, mi amigo Gabri, ante la necesidad de llamar su atención para que nos tuviera servidos de cerveza, la bautizó como Franchesca, llamándola una y otra vez por ese nombre hasta que finalmente, con una amplia sonrisa, ella nos dijo:

- Io Non mi llamo Francesca

- ¿Y como te llamas?

- Me llamo Soriana

- ¿Cómo?

- Soriana

- Anda, de Soria, como mi prima

- ¿Qué?

- Que como mi prima, que también es soriana.

- Ah, ¿si?

- Pues si

Así que acabamos pidiéndole que se hiciera una foto con nosotros. De izquierda a derecha Pepe, Gabri, los encantos de Soriana, y un servidor. Debo reconocer que mientras iba y venia no la mirábamos a los ojos, sino a la parte de ella que quedaba a la altura de los nuestros.

Y como lo prometido es deuda, aquí está la foto. Bueno, en aquel momento nos hizo gracia. Aunque a más de 2,4 en sangre, cualquier cosa te hace reir.